Los días han pasado con sus vientos y sus noches de grillos. Los días han pasado entre estridentes sonidos de silencio a través de las colinas de la ciudad. Los días han pasado entre nostalgias amargas y cigarrillos baratos. Los días han pasado entre mensajes a la distancia y voces tímidas que no se atreven a decir "te quiero".
Todo esto rodea la mente del bandido nocturno y taciturno, todo esto le agobia y le hace moverse sin cesar. No descansa por las noches, voltea la mirada para ver si la niña aun permanece en el balcón de la alcoba de ensueño. El bandido ha quedado solo y melancólico.
La princesa a la que le solía cantar y recitar versos, ha dejado el palacio. Ha viajado lejos, tan lejos donde las lagrimas se congelan. Ha decidido seguir y no seguir. Le ha dicho al bandido, ¿su bandido? que le espere, que pronto volverá y le traerá algo mágico de aquellas tierras y el encantado ladrón acepto tal propuesta a regañadientes, sabiendo que una vez mas se quedaría solo con la soledad, con su fiel compañera de siempre a la que ya no quiere.
No tiene otra opción, solo esperar y esperar, solo contar los segundos mientras mira las estrellas del bosque misterioso de árboles de cementos y esquinas peligrosas. No tiene ninguna opción, pues debe cumplir su destino, el destino que le fue impuesto por algún dios lejano, de esperar a la niña que tiene en el corazón, a la niña que ya empieza a soñar y a la que lleva a todos lados.
Las noches se avecinan y con ellas el frío inclemente de la incertidumbre. Las noches densas cubren el rostro del triste bandido que ansias las horas de volver a la alcoba de la dulce niña tímida y robarle todos los sueños y los suspiros y los latidos. Ansia llenar los días inocentes de su princesa con locas ganas de volar hasta el infinito, con impulsivas ganas de cogerse de la mano y confundirse en un gran beso de mil colores que termine dando color a los ojos del ladrón ilusionado.
Cada minuto se torna en grandes siglos de impaciencia, pero el bandido que ha recorrido muchos bosques y valles, sabe que es mejor esperar y no entrar a ninguna otra alcoba. Es mejor contener la respiración que sentir el aroma de otras flores. Es mejor pensar en esta niña que en otras miradas que siempre le han tentado. El bandido sin saber porque se quedara al pie de la ventana con la esperanza de ser despertado con un beso mágico de la niña de sus versos.
(la historia seguirá su curso)
miércoles, 1 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
