
Esta es una noche cualquiera, que no trae expresión alguna, que no se viste de color y que no sabe a nada. Que no sabe a donde ir y que se sienta resignada en alguna vereda de las turbulencias aledañas.
Solo el sonido del césped pisado marca el compás de algún titubeo a media voz y los cantos descollantes de algún ser párvulo se trepan a las rimas que podrían destilarse en esta noche que no tiene forma y que al parecer no quiere dejarse ver.
No hay estrellas a lo lejos, ni faros cercanos. No se avizoran los curiosos habitantes que suelen poblar las faldas de los cerros imaginables y hace ya varias horas que el frío atormenta nuestros ojos inertes.
Hoy, esta noche que no tiene luna y que no tiene aullidos macabros ni cuerpos fogosos, será una vez más el marco imperfecto para adentrarme en las penumbras y salir con lo que pueda en pos de algo nuevo que contar…
Solo el sonido del césped pisado marca el compás de algún titubeo a media voz y los cantos descollantes de algún ser párvulo se trepan a las rimas que podrían destilarse en esta noche que no tiene forma y que al parecer no quiere dejarse ver.
No hay estrellas a lo lejos, ni faros cercanos. No se avizoran los curiosos habitantes que suelen poblar las faldas de los cerros imaginables y hace ya varias horas que el frío atormenta nuestros ojos inertes.
Hoy, esta noche que no tiene luna y que no tiene aullidos macabros ni cuerpos fogosos, será una vez más el marco imperfecto para adentrarme en las penumbras y salir con lo que pueda en pos de algo nuevo que contar…
