A solas
Cierra los ojos. Cierra los ojos. Cierra los ojos. Respira lentamente. Lentamente respira y deja que tus cabellos se suelten al unísono del viento suave y ligero. Toma mis manos e intenta introducirte en mis recuerdos. Toma mi piel y llévala contigo. Abrígate con ella. Sabes que el inverno es largo y crudo, que no perdona. El camino es lejano. Cierra los ojos, pero mírame. Aprieta mis latidos y luego imagina.
Imagina. Sí, imagina. Imagina ahora y mil veces más. Imagina que mis brazos te alcanzan y te elevan. Imagina que mis impulsos son los tuyos. Imagina que mi calor te pertenece. Imagina con más fuerza aún, que este pedazo de tiempo puede quedarse congelado en nuestras pupilas. Imagina lo inimaginable. Imagina lo absurdo y lo irreal. Imagina desde el cielo hasta las praderas y ayúdame a construir este espacio fugaz pero muy nuestro.
Imagina, ¡pero no me sueltes las manos! Promete que no lo harás. No se lo he dicho a nadie, pero tengo mucho miedo. La soledad melancólica me asusta. Y me asustan sus filosas garras hirientes y el vacío que no tiene color también me asusta. Y si mañana despierto y tú no estas, seguro que también tendré miedo. Ahora no me preguntes mas nada, solo no dejes de abrazarme.
Ahora siente mis labios explorando aún más allá de los tuyos. Siente como bajan con fragilidad por tus mejillas hasta los bordes de tus hombros sensibles. Imagina y siente mis manos que recorren tu cintura y dibujan corales, siluetas sin estar debajo de la luna. Imagina los gestos inesperados que se puedan producir. Imagina las marcas que han de notarse luego de pasar por tu cadera. Siente el dolor apacible al contacto con mi cuerpo. Siente la ternura del beso que se prolonga, que no acaba. Y siente tus senos libres al viento entrelazándose con mi boca. Con mi boca que se abre paso entre lo terso de tu candor.
…Y tu cuerpo que ya no está aquí, que ya no es tuyo, ahora divaga entre cientos de movimientos incesantes e insistentes. Ahora gravita entre lo intenso de las mil formas que puedo ver y talvez entender. Y tus formas y tus detalles ahora son parte de mis sentidos y de mis sueños. ¡Pero sigue imaginando niña! Nunca dejes de imaginar. Vuelve la mirada hacia los segundos apasionados y vuelve los recuerdos hacia el punto de partida de esta historia, nuestra historia.
Y con el mismo rito de la imaginación que todo lo puede, siente el fragor intenso dentro de ti. Siente el momento eterno que jamás ha de perderse, siéntelo entre tus gemidos. Siéntelo entre tus piernas apuradas y entre tus deseos interminables. No temas saborear lo dulce del momento más salvaje y no temas equivocarte. Aquí nadie nos ve. Lo oscuro de la noche y lo denso del follaje nos oculta de las miradas chirriantes…
Imagina y siente el espasmo recóndito y trepidante. Imagina cuando pierdas la noción y la razón de ser y ya no ser más quien creíste ser. ¡Libérate y libérame! Pierde la paciencia y suelta los gritos más detonantes que alguien se pueda imaginar. Introduce tus uñas en mi espalda. Desgarra los pudores y rompe la tranquilidad ¡Tómame las manos y no las sueltes! ¡Ven conmigo! Cierra los ojos e imagina… Una vez más, imagina.
domingo, 19 de julio de 2009
¡Imagina!
martes, 7 de julio de 2009
Aún espero por ti
Espero que vuelvas otoño
Cuando las hojas vayan por pedazos entre los zapatos sucios y cuando la última lagrima sedienta de calma termine el recorrido árido, talvez sienta que los sueños de colores me den golpes en el rostro…
Me prendo otro cigarrillo y creo ver esas hojas. Esas hojitas de otoño pensativo, de otoño vencido. Vuelvo la mirada por más. Busco en el suelo y recojo las migajas de manos y pies que pueda ver. ¡Allí estas! ¡Estas allí! ¿Eres tú, verdad?
Ni miedos ni mieditos, esta vez es diferente, esta vez mi mente da mil volteretas y salta juguetona de aquí, por aquí y por allá, mientras al compás de los sonidos chirriantes me lleno de espasmos fulminantes e intento perder la calma. No me equivoco. Lucho sin tregua. ¡Quiero perder la calma!
…Y quiero perder la cordura y la razón de ser y no ser lo que siempre quisieron que sea. Sea como sea debo desatar las agujetas que me aturden y debo desatar la saliva contenida y jugar a ser yo en medio de mil cuentos, entre conejitos con sus sombreros de copas y mujeres sin rostro. Entre mil hojitas de otoño desesperado…
¿Eres tú? ¡Dime si eres tú quien golpea la puerta! Sabes que no abriré si no eres tú. Todo esto me lo invento mientras espero a que vuelvas de aquel lugar sin color. Mientras espero que caiga la ultima gota viscosa del vaso. Mientras espero que sea de medianoche entre más oscuridad y jamás, óyelo bien, ¡jamás!, amanezca.
Y no vienes y no dices palabra alguna y yo sigo aquí ahogándome y riendo sin parar. Veo mi rostro entre mil libros rotos y desperdigados. Veo mi sangre sin color y mi garganta seca y resentida. Me duele todo, pero no quiero aceptarlo. Si tú no dices algo ¿porque debería hacerlo yo?
A duras penas me arrastro hasta tus pies, allí donde puedo ver tu pequeña falda rasgada. Los demonios aquí dentro no me dejan llegar con facilidad, pero sé que puedo conseguirlo…
Tomo tus pies entre mis manos y entre mis labios, subo con cuidado por tus piernas jodidamente frías. Y tu pequeña falda esta vez no me excita, esta vez no me interesa, esta vez tus lagrimas y las mías no pueden sentirse. Tus brazos y tu cadera se pliegan a mis sentidos y al fin veo tus ojos tétricos y desorbitados. Veo tu boca ensangrentada que no se mueve. No te oigo. Es que en serio no puedo oírte, debes hablarme más fuerte. No creo que sigas enojada por los golpes y por las caricias, ¿verdad?
Debes decirme algo más. Debes mirarme y prenderme el siguiente cigarrillo. Debes bailar para que la noche no acabe. Debes besarme como siempre. Debes cogerme del cabello y tirarlo contra la pared, debes desnudarte y dejarte llevar, debes respirar. ¡Debes respirar! ¿Qué sucede? No puedo llegar hasta ti. ¿No me has dejado otra vez, o sí? Vamos, vuelve y dime que no lo has hecho, dime que otoño no morirá. Dime que otoño seguirá conmigo. ¡Dímelo!
