viernes, 6 de noviembre de 2009

Gris pálido y muerto


Gris y tú

Cuando vuelvo la mirada, estas ahí sin seguirme. No te has movido pero he sentido el dolor profundo de siempre. No has dado ningún paso pero ya has pisado todas mis huellas y no te has detenido a recogerme.

¡Que día tan gris! Gris todo y en cada pared de cada calle, hay más gris. Gris sin sentido. Gris que gotea y gris que hiere. El color preferido cuando se haya ido el negro envolvente. Gris es el manto del rostro quebrado y de la mirada perdida. Gris es la silueta de la voz rasgada y del llanto que no termina. Gris es el color que tanto me huele a ti, cuando te vas. Bueno, ya te has ido.

¡Estoy gritando! ¡Estoy con los puños cerrados golpeando las hojarascas de otoño! Estoy desnudo y cubierto de lluvia. Te he llamado más de tres veces. He creído que volverías por tus cosas y que al fin me llamarías. No ha sucedido eso. No me has visto, no me has sentido, no me extrañado, no me has deseado, no me has buscando, no me has querido, no me has sentido. ¡No!

Bajo las lágrimas se va formando las cicatrices de las mismas heridas de siempre. De los rincones golpeados van saliendo fauces de fieras que devoran todo a su paso. Ya han empezado a morderme las entrañas y no pararan hasta que cierre los ojos. ¿Y tú? Quieta, tranquila y demasiado lejos como para percibir mis desgarros. ¡Grito y no me oyes!

Voy comprendiendo que mis lamentos no te traerán de vuelta. Ya nada te traerá hasta aquí. He vuelto a cubrirme bajo mi cama. He vuelto a soñar con mundos lejanos y seres amorfos, he vuelto a tener mil voces punzándome, he vuelto a tener miedo, he vuelto a esconder mis manos entre mis piernas, he vuelto a dibujarme lugarcitos recónditos y he vuelto a extrañarte. ¿Ya para qué? Para cuando me vaya y todo esto quede en el olvido. Solo gris seguirá conmigo, gris pálido y muerto.

martes, 3 de noviembre de 2009

Hoy he vuelto a recordar...


Hoy, luego de muchas noches deslucidas he vuelto a recordar. He vuelto a recordarte.

Hoy tras unas largas horas vividas a medias, sin más nada que hacer. Sin el miedo contagioso que suele colarse entre mis bolsillos, he vuelto a recordar. He vuelto a recordarte.

Y he leído el puñado de cartas tiradas y las cuantas letras agotadas que se han impregnado en cualquier espacio que huela a ti. Y he visto las palabras bonitas, aunque sin rima, que me has dibujado. He podido sentir los latidos uno tras otro que se habían perdido tras la ultima noche a solas en el lugar de siempre.

Tu voz me vuelve a sonar a bocanadas de viento. Me vuelve a sonar a mil sonidos chispeantes. Y sin embargo me veo a mil leguas de ti misma. Hoy vuelto a recordar. Quizás no lo sepas. Quizás nunca te lo diga, pero hoy he vuelto a recordarte.

Tras los pasos están las historias que nadie ha contado pero que hemos vivido. Tras el silencio de la indiferencia están las imágenes de todo cuanto probamos. Ahora ya es tarde y tú no sabes de donde te hablo y yo no sé a quien le escribo.

Seguramente esta será otra de las cartas indescriptibles que no entenderás y seguro que nunca lo leerás. Puedo presentir que ya hace buen tiempo me has echado de tus rincones y no esperas a que vuelva a verte por la esquina. No esperas más a que vuelva a decir tu nombre. Ya no lo esperas ¿verdad?

Hoy he vuelto a recordar y no ha pasado nada. Me he buscado alguna música trepidante hasta la médula y no ha pasado nada, no he conseguido calmar las tensiones ni bajar las pulsaciones intermitentes. Hoy he vuelto a pensar. A soñar, ha reírme y a secarme la misma lagrima. Hoy he vuelto a saber que no existes. Hoy he golpeado la pared en tu nombre. Hoy me he quitado tu nombre. Hoy he vuelto a recordarte.