
Cuando vuelvas a verme...
Ya no quiero esconderme. Ya no volveré a taparme los ojos ni me verás de espaldas. Nunca más pediré perdón, ni a ti ni a nadie. Coge lo necesario. Aprieta tus dedos y consigue lacerar mis sentidos un poco más. Sabes como hacerlo. ¡No te pediré más nada! ¡Escúchame bien! Termina lo que has iniciado. Hoy quiero sufrir contigo.
Arranca la furia contenida en las orbitas estelares de tu inconciencia. Lanza las diatribas estentóreas fulminantes. Lanza los dardos ponzoñosos y llena mis ojos del virus infecto-contagioso que contienes en tus entrañas –si las tienes- y deja ya de mirar a todos lados. No ves que estoy aquí. Destruye todo cuanto veas. No permitas que quede un solo gramo de esperanza incólume y asegúrate de esparcir el miedo por si alguien se atreve venir a ayudarme.
No te preocupes en bajar la voz, ya todos se han ido y no hay porque ocultar los golpes que tanto te gustan y que ya no me son extrañas. Has conseguido que disfrute del dolor y que enferme hasta reventar. Has conseguido que cierre mis labios con agujas muy gruesas. Has conseguido que día por día me corte un poco de piel. ¿Ves estas marcas? Son obra tuya, siente feliz por ello. Yo lo soy.
Grita con más firmeza. Aquí junto a mis latidos debe quedar algo de vida. Ni tú ni yo queremos que las cosas queden así. Aprieta, aprieta más. Aprieta más. Siento que el aire aún puede pasar a través de mi garganta. Quisiera ayudarte, pero ves que no tengo manos. Una me la quitaste tú y la otra tuve que dejarla porque ya no me servía.
Vuelve tortuoso este momento. Sé que puedes dar más de ti. Créeme que no diré nada. De estoy seguro. Nadie me creería. Nadie nunca me ha creído. Han pasado tantos miles de momentos los cuales solo he podido pegar junto a mis figuritas de cuerpos destrozados sacados de algún diario barato. Tú solo ocúpate de borrar toda huella de violencia del suelo, más no de mi cuerpo.
¡Desaparece este olor que llevo impregnado! Saca de mi lo peor que puedas hallar. Hazme daño, mucho daño. No quiero un solo segundo más de tranquilidad. Graba esto en aquella vieja cámara y luego déjala dentro de un sobre para que todos puedan verla. Pero no salgas sin antes dibujar una sonrisa irónica en mi rostro con la misma sangre que pueda emanar tras esta dura jornada.
Cuando ya hayas acabado con todo solo pon los restos en las bolsas negras que traje para ti y abrázame fuerte. Despídete de mí y dime cuanto me quieres. No te lleves nada de este lugar, las manchas podrían delatarte. Solo deja que el tiempo haga su trabajo y olvida lo que sucedió. Creo que eso es todo por ahora, mañana cuando vuelvas te pediré un poco más.
Arranca la furia contenida en las orbitas estelares de tu inconciencia. Lanza las diatribas estentóreas fulminantes. Lanza los dardos ponzoñosos y llena mis ojos del virus infecto-contagioso que contienes en tus entrañas –si las tienes- y deja ya de mirar a todos lados. No ves que estoy aquí. Destruye todo cuanto veas. No permitas que quede un solo gramo de esperanza incólume y asegúrate de esparcir el miedo por si alguien se atreve venir a ayudarme.
No te preocupes en bajar la voz, ya todos se han ido y no hay porque ocultar los golpes que tanto te gustan y que ya no me son extrañas. Has conseguido que disfrute del dolor y que enferme hasta reventar. Has conseguido que cierre mis labios con agujas muy gruesas. Has conseguido que día por día me corte un poco de piel. ¿Ves estas marcas? Son obra tuya, siente feliz por ello. Yo lo soy.
Grita con más firmeza. Aquí junto a mis latidos debe quedar algo de vida. Ni tú ni yo queremos que las cosas queden así. Aprieta, aprieta más. Aprieta más. Siento que el aire aún puede pasar a través de mi garganta. Quisiera ayudarte, pero ves que no tengo manos. Una me la quitaste tú y la otra tuve que dejarla porque ya no me servía.
Vuelve tortuoso este momento. Sé que puedes dar más de ti. Créeme que no diré nada. De estoy seguro. Nadie me creería. Nadie nunca me ha creído. Han pasado tantos miles de momentos los cuales solo he podido pegar junto a mis figuritas de cuerpos destrozados sacados de algún diario barato. Tú solo ocúpate de borrar toda huella de violencia del suelo, más no de mi cuerpo.
¡Desaparece este olor que llevo impregnado! Saca de mi lo peor que puedas hallar. Hazme daño, mucho daño. No quiero un solo segundo más de tranquilidad. Graba esto en aquella vieja cámara y luego déjala dentro de un sobre para que todos puedan verla. Pero no salgas sin antes dibujar una sonrisa irónica en mi rostro con la misma sangre que pueda emanar tras esta dura jornada.
Cuando ya hayas acabado con todo solo pon los restos en las bolsas negras que traje para ti y abrázame fuerte. Despídete de mí y dime cuanto me quieres. No te lleves nada de este lugar, las manchas podrían delatarte. Solo deja que el tiempo haga su trabajo y olvida lo que sucedió. Creo que eso es todo por ahora, mañana cuando vuelvas te pediré un poco más.




