jueves, 28 de mayo de 2009

¡Y que corra alegre y salvaje!

Esperar la esperanza desesperada


La mañana ha partido irremediablemente y no se sabe si volverá. Los grillos noctámbulos están sedados y sin fuerzas para el jolgorio. Lo fugaz de un instante a solas hoy se torna en largas avenidas de veredas destruidas y a menudo se vuelve torpe el andar. Y el desconsuelo se viste de tacones y minifalda… ¡Vaya espasmo de gris realidad!... ¿Qué hacer?

Alguien podría decir –a media voz, claro- que basta con recostar la cabeza y mirar el espesor de la neblina que atiborra la ciudad o quizá cerrar los ojos y pasar el umbral eterno y tenebroso en busca de ese “algo más”… Yo ahora no lo creo.

Mientras los zumbidos suceden uno tras otro y mientras me dibujo con temor los rostros de quienes fueron, alguna vez, parte de mí. Mientras los aullidos desafinados acechan en derredores, yo busco en el suelo o más abajo, algo que pueda zurcir cada espacio quebrado que arrastro sin remedio, aparente.

Es cierto, que este andar destruido y melancólico que guarda secretos estridentes y espesos por momentos parece llenar mis retinas llorosas y las estremece como cuando niño solía desgarrarme debajo de las sabanas o lo que estuviese bien como para morir un rato.

Pero, siempre hay un pero. Esta vez y aun a costa de los rostros famélicos y lacerantes y aun a pesar de las voces lejanas, creo que puedo ver la tenue luz debajo de la puerta. ¿Tengo cinco años acaso? No espero una respuesta ahora. Ni siquiera espero que alguien sepa de mis abstracciones. Abrir la puerta y dejarla así, estará bien. Lo sé

Y necesito un empuje salvaje y un clamor que estremezca y necesito dos manos más y muchas caricias tibias cada instante por vivir. Necesito lo sobrio de un cantar a orillas de los sueños y necesito la furia del mañana mejor y claro que también necesito la tierna violencia que pueda gestar nuevos bríos para continuar de pie en medio del vendaval, en busca de una esperanza que sea fuerte y torrencial, que corra desbocada junto a mí y que jamás, jamás se le ocurra dejarme solo. Por favor.

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