martes, 7 de julio de 2009

Aún espero por ti



Espero que vuelvas otoño

Cuando las hojas vayan por pedazos entre los zapatos sucios y cuando la última lagrima sedienta de calma termine el recorrido árido, talvez sienta que los sueños de colores me den golpes en el rostro…

Me prendo otro cigarrillo y creo ver esas hojas. Esas hojitas de otoño pensativo, de otoño vencido. Vuelvo la mirada por más. Busco en el suelo y recojo las migajas de manos y pies que pueda ver. ¡Allí estas! ¡Estas allí! ¿Eres tú, verdad?

Ni miedos ni mieditos, esta vez es diferente, esta vez mi mente da mil volteretas y salta juguetona de aquí, por aquí y por allá, mientras al compás de los sonidos chirriantes me lleno de espasmos fulminantes e intento perder la calma. No me equivoco. Lucho sin tregua. ¡Quiero perder la calma!

…Y quiero perder la cordura y la razón de ser y no ser lo que siempre quisieron que sea. Sea como sea debo desatar las agujetas que me aturden y debo desatar la saliva contenida y jugar a ser yo en medio de mil cuentos, entre conejitos con sus sombreros de copas y mujeres sin rostro. Entre mil hojitas de otoño desesperado…

¿Eres tú? ¡Dime si eres tú quien golpea la puerta! Sabes que no abriré si no eres tú. Todo esto me lo invento mientras espero a que vuelvas de aquel lugar sin color. Mientras espero que caiga la ultima gota viscosa del vaso. Mientras espero que sea de medianoche entre más oscuridad y jamás, óyelo bien, ¡jamás!, amanezca.

Y no vienes y no dices palabra alguna y yo sigo aquí ahogándome y riendo sin parar. Veo mi rostro entre mil libros rotos y desperdigados. Veo mi sangre sin color y mi garganta seca y resentida. Me duele todo, pero no quiero aceptarlo. Si tú no dices algo ¿porque debería hacerlo yo?

A duras penas me arrastro hasta tus pies, allí donde puedo ver tu pequeña falda rasgada. Los demonios aquí dentro no me dejan llegar con facilidad, pero sé que puedo conseguirlo…

Tomo tus pies entre mis manos y entre mis labios, subo con cuidado por tus piernas jodidamente frías. Y tu pequeña falda esta vez no me excita, esta vez no me interesa, esta vez tus lagrimas y las mías no pueden sentirse. Tus brazos y tu cadera se pliegan a mis sentidos y al fin veo tus ojos tétricos y desorbitados. Veo tu boca ensangrentada que no se mueve. No te oigo. Es que en serio no puedo oírte, debes hablarme más fuerte. No creo que sigas enojada por los golpes y por las caricias, ¿verdad?

Debes decirme algo más. Debes mirarme y prenderme el siguiente cigarrillo. Debes bailar para que la noche no acabe. Debes besarme como siempre. Debes cogerme del cabello y tirarlo contra la pared, debes desnudarte y dejarte llevar, debes respirar. ¡Debes respirar! ¿Qué sucede? No puedo llegar hasta ti. ¿No me has dejado otra vez, o sí? Vamos, vuelve y dime que no lo has hecho, dime que otoño no morirá. Dime que otoño seguirá conmigo. ¡Dímelo!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo ya no...

Anónimo dijo...

mejor
:P