lunes, 24 de noviembre de 2008

Crónica de un hecho fantástico


¡Al fin de la batalla!


Aquella mañana sabia que seria el inicio de algo distinto. El sol había salido muy temprano y brillaba con mas fuerza, quizás presagiando lo que se venia. Así fue el comienzo. No tuvimos miedo, cogimos nuestras espadas y nuestras flechas. Nos miramos y nos juntamos. Primero fuimos diez, luego cien y hasta mil. Cuando levanté la mirada solo veía muchedumbres con rostros fulminantes y llenos de esperanzas.

Nos abrazamos quienes pudimos. Nos sujetamos muy bien las botas y las faldas y los cascos. Había quienes miraban al cielo y se encomendaban a los dioses de la eternidad. Así fue. Y marchamos con pies firmes al lugar de la batalla, marchamos con la premura del vencedor y con los puños cerrados.

Recorrimos tantas montañas y tantos valles y a nuestro paso solo veíamos polvos y gotas de rocío. Esta batalla era necesaria y todos los sabíamos. De esta contienda dependía del futuro del planeta. Seriamos nosotros, contra los gigantes amorfos del Valle Oscuro y tenebroso. Seriamos nosotros los centinelas que cuidaríamos la libertad y el progreso de nuestra raza. No podíamos vacilar, no podíamos retroceder.

Recuerdo el sudor frío que recorría mis entrañas. Recuerdo los susurros silenciosos de los miles de combatientes. Recuerdo sus ojos y sus dientes apretados. Recuerdo sus sonrisas y sus jadeos. Recuerdo con claridad la tenacidad de sus movimientos y las consignas que venían de adelante. Las arengas llenas de amor, llenas de pasión, llenas de vida, llena de todos nosotros. ¡Vencer o morir!

Ya casi llegábamos al lugar pactado para la lucha. Confieso que un tibio temor se apoderaba de mi respiración y casi no me dejaba pensar con rapidez, pero ya no había más vueltas que darle al asunto. Teníamos al frente al enemigo. Bien armado. Escuadrones oscuros y siniestros. Banderas inflamadas y lanzas certeras iban al frente.

Fue en ese momento cuando empezaron a sonar los tambores de guerra. Los brazos se agitaban y los corazones salían de nuestros pechos. Era el destino que nos ponía esta prueba. Nadie mas volvería a ser el mismo y quienes sobreviviríamos contaríamos a todos las proezas y hazañas de aquel día.

La suerte estaba echada y nos enfrascamos en intensos momentos de peleas. La sangre ya se dejaba ver por la llanura y las lanzas atravesaban los cuerpos valientes de quienes preferían la gloria a lo funesto de las sombras. Fueron horas eternas. Fueron instantes de dolor. Fueron palpitaciones de gritos y golpes. Fueron los momentos más largos de nuestras vidas, quien bien valía ser vividos.

Al caer la tarde, yacían los cuerpos de ambos bandos. Yacían los ríos de sangres que manchaban las flores del campo y ninguno se atrevió a pronunciar palabra alguna. Hasta que de pronto, desde el fondo de las filas, desde el fondo de la respiración gritó con locura. Dio uno y mil gritos más. Nadie lo pudo parar. Saltaba y danzaba con crudos movimientos. Sus ojos parecían salirse de su rostro y abrazaba a quien estuviera a su lado. Todos gritamos con él. Caímos al suelo de rodillas y nos bañamos con la lluvia que nos premiaba por aquella jornada. El mundo había cambiado, las sombras cedían ante la verdad y el Valle Oscuro se esfumaba frente a nuestros alientos. Habíamos ganado la batalla…

Entrañable relato con la luz apagada

¿Quiéres conocer a mi mejor amigo?

Mi mejor amigo tiene muchos brazos y muchas cosas que contar. Tiene el cabello muy largo, casi hasta donde no se pueda ver y tiene los ojos con una extraña luz que reflejan mucha seguridad al amanecer y también por las tardes, sale a pasear en ropa oscura y no le teme al que dirán. He notado que le agrada levantar la mirada cuando el viento surca de norte a sur.


Mi mejor amigo solo me conoce a mí y nadie le conoce a él. Mi mejor amigo viaja a mil por hora en cientos de naves violetas y violentas. Mi mejor amigo canta a la luna encantada y escribe mil versos que luego yo copio y los publico como si fueran míos. Por momentos creo que se dará cuenta y que irá por mí a golpearme, pero no lo hace. Siempre está allí. No se mueve y baila con mucha fuerza desde su lugar. Tararea innombrables estrofas homéricas y gusta de los helados mientras retoza en la sala de mi casa.


A veces nos unimos en orgias anormales. A veces nos echamos sobre las cenizas de la chimenea a contarnos las pulgas, a contarnos mil historias, a contar las manchas en la pared, a contarnos y a cortarnos. Mi mejor amigo prefiere no saber del mundo exterior –a pesar de sus paseos- porque dice que por las calles seguramente andan los monstruos de su infancia que se esconden y aguardan por él o por nosotros.


Una vez me compuso una canción con tonadas electrónicas y la cantó sin temor. No me gustó. Pero sigue siendo mi mejor amigo, mi absurdo amigo. Alguna vez creo que trajo a casa una caja un poco rota con tantas cosas en su interior. Había unos calcetines para papá y una ollita para mamá. Había un trompo y muchas figuritas de personajes raros. Había pedazos de papeles y mendrugos de carne para el perro y unas muñecas cortadas para mí.


Cada vez que pienso en él, se me escapa alguna sonrisa. Ahora está aquí conmigo, durmiendo, pero no sabe que yo escribo esto. Espero que nunca lo sepa. Mi mejor amigo no tiene mucha paciencia y suele derribar paredes y edificios enteros cada vez que no está contento. A veces cae en un terrible ostracismo que no ayuda a la relación, pero me esfuerzo mucho para que los días de enero sean mejores y que para el año nuevo no haya más muñecos que quemar ni muñecas cortadas que llorar.


Cuando volteo la mirada hacia su espalda observo las espinas que rodean su piel. Le quedan bien y hasta me atrevo a tocar con cuidado su dorso. Anda con greñas y destila un mal aliento. No me repugna a pesar de los líquidos que segrega por los orificios del rostro. No me desagradan sus ruidos al dormir y nunca me enojaría si olvidara mi cumpleaños.


Cada vez que puedo abrazo a mi mejor amigo y le cuento mis fantasías y le cuento mis nuevos versos y los pasos que hoy di. Siempre me escucha, siempre. Me mira y calla. Luego habla y no para hasta vociferar cientos de millones de idiomas las que entiendo sin mayor esfuerzo. Mi mejor amigo es así y yo no lo cambiaría por nadie.

Mi mejor amigo es huraño y extravagante, pero siempre guarda la compostura al verme llegar, llorando de la calle. Me ha dicho que las niñas no me quieren. Me ha dicho que los juguetes no son para mí. Me ha dicho que a nadie más le importo. Me ha dicho que eso del sexo opuesto no existe. Me ha dicho que el mañana es hoy y que es mejor quedarse debajo de la cama. Me ha dicho que cierre la ventana e inhale hasta el fondo. Me ha dicho que destruya mis miedos y mis valentías. Me ha dicho que en el mundo hace mucho frío y solo él me abrigará. Tantas cosas me ha dicho.

Sigue diciéndome que la soledad pronto será mi amiga y que la locura esquizofrénica solo es un paso al desenfreno del campo azul que espera por mí. Me ha dicho que le tome la mano y que pronto el dolor desaparecerá. Me ha dicho que deje de respirar y me ponga de colores. Me ha dicho que vuelva con las muñecas cortadas y me ha dicho que me suelte de la realidad. Me ha dicho que todo lo que me dice es cierto y nada más. Y yo le creo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

En las calles


¿Hasta dónde has llegado viejo amigo?

De lluvias y gritos salvajes


...Al son de una canción

Hoy te encontré y sonreiste. Tenías mucha fuerza y desbordabas bríos. Con tus caderas al viento y las lágrimas brotando por todas partes. Lágrimas de furia y alegría. Sentí la energía de tus brazos sobre mi cuerpo. Sentí tu piel besando mis sentidos y sentí que la tarde que languidece no acabará, aún cuando venga la noche y nos cobije a solas…

La lluvia nos ha cubierto y nos llena de movimiento. El silbido de las hojas secas se hacen sentir y borran las penas. Y borran los pasos y borran las amarguras. Las gotas cristalinas se confunden con nuestros deseos que tienen olor a tiempo, que tienen olor a nostalgia, que tienen olor placer, que tienen olor a gritos salvajes, que tiene olor a ti.

La luna se avecina y aplaude al canto de nuestros corazones, sonrie cuando observa nuestras manos juntas. Aquí nadie más no ve. Nadie nunca sabrá de nuestros juegos de intimidad, nadie sabrá a donde nos fuimos, ni nadie sabra nunca nuestros nombres, no importa ya. Nada importa mas que estar lado a lado, desnudos, mudos, en silencio, agitados, jadeantes, calmados, inquietos. Los deseos hoy lucen sus encantos. ¡No me sueltes! ¡No lo hagas y dejame seguir dentro de ti!

Las miles de horas han pasado y no lo hemos sentido. Las tantas luces de la noche nos han tocado. El viento nos ha fundido en otras dimensiones y la madrugada del nuevo amanecer ya está sobre nosotros. Sigue haciendome el amor. Sigue bailando para mi. Sigue inocente. Sigue, sigue, sigue…

El sol pronto quemará los demonios que habitan en nuestras entrañas, pero que más da. Ya no pertenecemos a este tiempo. Súbete a mis sueños y déjate llevar. Traré conmigo cientos de cuchillos y dardos certeros. Escaparemos de las miradas a donde no exista el rencor ni el pasado. A donde nadie más vaya, donde amar en libertad signifique subir contigo hasta lo alto de la vida y descender para seguir tomados de la mano. Ven conmigo, no temas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Formas de ver la vida.


La vida que aún no está vivida...


Hay de todo en esta vida. Hay de todo en este preciso momento que intento hilvanar letras. Hay de todo en la nada y nada en el todo, y no es que trate de sumergirme en alguna especulación filosófica. Tan solo se trata de una breve reflexión nacida en medio de las tonadas opacas de algún parque de la Gran Ciudad Gris.

Un día sales a la calle y de pronto la calle ha muerto, ha muerto el parque y la vecina del frente. De pronto ha muerto el panadero y los ladridos de la azotea. Ha muerto la esperanza y la Juana también. Ha muerto las horas que van al trabajo y las ganas de respirar un minuto más. Ha muerto la vida…

Volteas la mirada, buscas algo, no sabes que, la rabia ofusca tus ánimos –recuerdas la última pelea amorosa, el ojo morado, la piel rojiza- caminas, das tantos pasos como puedas y no dejas de pensar en lo estúpido de la rutina, en lo inerte del tiempo. Te llenas de remordimientos, resentimientos, preguntas, dudas, cavilaciones, sueños rotos y suspiros amargos y nada parece calmar tu angustia.

Casi logras escuchar los latidos de tu interior y sientes las ganas de arrancarte cada parte de ti y lanzarlo por la vereda para que algún perro los huela. ¿Hastiado verdad? Todos pasamos por eso, te han dicho.

Hasta el cielo se ha nublado y sabes que no tienes a donde ir. No hay opciones y se te estremece el cuerpo o lo poco que queda de el. Sin soluciones, sin miradas ni manos sobre el hombro, ni alientos ni minutos que pasarán… ¿A dónde ir?

El panorama es sombrío y tenebroso, aún para ti, pero recuerda que las cosas son parte de algún engranaje invisible que se entrelazan entre sí. Los días de invierno pronto darán paso a las flores del campo, aunque no lo creas, esas cosas suelen pasar. Yo sí lo creo.

Pronto verás que las sonrisas dibujadas en las personas cobran vida y se dirigen hacia ti. Verás que el sol si existe, aunque no sea redondito y de color amarillo. Verás que el mañana trae consigo nuevos cantos y nuevas formas de ver la vida. Verás que hasta las horas más lúgubres tienen fin y que no pueden perseguirte por siempre. Sabrás que tras la tormenta el campo se mantiene quieto y sosegado. Entenderás que nunca valió la pena tirar del gatillo o saltar al vacío.

¡Vamos, da la vuelta y rebobina tus pasos! Yo mismo me sigo sorprendiendo de lo que ahora vas leyendo, pero es que lo siento. Es que las penas se diluyen entre las manos y las gotas placenteras entran por la ventana para lavar tus heridas. No todo está perdido y pronto verás la salida y las cosas tendrán otro color. No sé que color sea, pero sé que será otro.

Vivencias y existencias tienen esas particularidades. Luego de llorar, podrás reír y soñar mucho y quizás mañana vuelvas a llorar con más ganas. Esa es la experiencia dialéctica de la vida. Así avanzamos hasta el infinito. Tenlo en cuenta y no bajes los brazos. Hay de todo en esta vida, solo se trata de buscarlo y saber que hacer con eso.

martes, 4 de noviembre de 2008

La lección del día


...De cuando una mañana se aprende algo más


Hoy aprendí algo más, aprendí a cerrar los ojos y no ver más, lo que ocurre conmigo. Y vine corriendo a este espacio ínfimo a impregnar mis sensaciones insensataz. Hoy aprendí que el dolor es parte de la rutina y que el consuelo no existe ni en las palabras dulces que acompañan los versos ni en las caricias sombrías que susurrabas en mi mente.

Hoy, tras largos minutos eternos, supe que mientras más corría, el horizonte se alejaba más y ahora entiendo que el sol no quiere brillar para mí, nunca quiso. Ahora entiendo que las voces en mi interior siempre fueron mis únicos amigos. Mi fortaleza menguada hoy yace agónica entre el asfalto tétrico y los pasillos de cualquier lugar.

Hoy como cada mañana, quise un aliento, quise una mirada, quise lo que cuando niño no tuve. Hoy como cada mañana, me vi en el suelo, me vi de duelo, sentí el calor de la sangre al recorrer mis entrañas y sentí a la desolación entonando cánticos fúnebres sobre mis hombros.

Hoy entendí que no hay entendimientos para mi, que no hay importancia para mi, que no hay treguas ni suspiros tenues, que no hay alas al viento ni abrazos al despertar. Cuando veo mis pasos meditabundos y furibundos creo que ver la secuencia de mi vida, cual película en blanco y negro se van gestando una y otra imagen de desconcierto, de sollozo, de lamentos incurables, de heridas envenenadas.

Hoy supe que es mejor no quejarse y resistir estoicamente ante la adversidad. Sé que cuando muera he de volver convertido en algún lobo solitario para aullarle a la oscuridad. Hoy supe que no pertenecía a este lugar –por ello el dolor y el no poder acostumbrarme- sino a uno más bello con gaitas y flautas dulces, donde la primavera juega encantada con las gotas de rocío detrás del jardín.

Hoy entendí, que no debo culpar a nadie, será mejor ser yo el único responsable por siempre, quien destroce mis días y agrie mis noches. Y cierro los ojos y no te vas y los abro y ya no estás. En medio del enjambre de miradas punzantes que se clavan sobre mis lagrimas siento mi cuerpo caer sin remedio. Hoy, que la brisa nunca vino, todos supieron quien era, todos vieron mi cuerpo deforme y mis llagas en la piel. Vieron la fealdad de mi sombra y vieron que aquel monstruo es vulnerable y débil. Hoy todos lo vieron y tú no hiciste nada.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¡Viva el Perú! ¿Qué es el Perú?


¡ Ya no hay amor a la patria, oiga usted!


El Perú de las mil culturas autóctonas, reflejados en los mil rostros a través de su territorio. El Perú del cóndor y el puma, perennizados por culturas ancestrales en estelas o mantos, en retratos o en dioses. El Perú compuesto a retazos por mantos paracas y piedras angulares.

El Perú del Inca y su majestuoso encanto que desciende desde el sol hasta las faldas de las montañas, bordeados por hermosas collas virginales y guerreras. Este misno Perú, que antes no fue Perú y podía contar más cantares que las epoeyas, que se volvía contra la misma majestad divina, pero que sufrió los embates del fuego y la cruz. El Perú de González Prada y Vallejo, en las horas de lucha incansable que construían piedra sobre piedra, los cimientos de un nuevo peblo.

El Perú guerrero e indómito, rebelde y pujante. El Perú de las danzas y los combates a las orillas del mar o en las altas punas silbando algún estribillo congelado de rabia y pujanza. El Perú de los misterios y paisajes encantados. El Perú de las tapadas limeñas de antaño, con su garbo y elegancia y las destapadas de hoy, con sus movimientos de caderas y sus pasos al andar (y claro con los piercing umbilicales) .

El Perú de las alamedas y los puentecitos, de los callejones y quintas vecinales. Nuestro Perú del anticucho ´e corazón y los picarones riquísimos caserita. Del arroz con leche o el chuño saladito, del mote y su queso, del tacacho con su cecina y del arroz chaufa, del combinadito a china nomás, del cevichito pues compadrito, que con su cervecita va mejor, ¿si o no varón?

El Perú de los pregoneros de plazas y parques en revoluciones calientes y zambitos en arroz. El Perú de los ambulantes en jirones y avenidas, a la vuelta del mercado o invadiendo la acera. El Perú de las combis todo Tacna-Wilson ¡habla vas! y las esquinas del puñal y el celular robado si te descuidas. El Perú de todas las sangres y los colores, de todos los olores y los sabores. Ese es mi Perú.

Eso es el Perú. Sus ríos embravecidos y sus cordilleras inmarcesibles. El Perú histórico que posee riquezas a borbotones. El Perú que ha sido golpeado por tiranos de toda laya, lobos vestidos de corderos, con disfraces opulentos o con botas militares. El Perú humillado y vejado, pero que siempre ha sabido reponerse.


El Perú de los Quispe y los Mamani, de los Condori y los Huamán. El Perú mestizo sin raza alguna. El Perú saqueado por forasteros que en nombre de una cruz occidental, arrasaron nuestras fortalezas y hoy, más de 500 años, siguen tratando de llevarse lo que queda del botín, con siglas que poco o nada significan (FMI, BM, TLC, APEC, OMC).

El Perú que es su gente serrana o selvática, que emprende el viaje a la provincia limeña. El Perú que viaja en los terminales de buses informales hasta algún barranco de la muerte o se topa con las vías bloqueadas, desesperadas, angustiantes, justas, libérrimas. El Perú que no prevé los riesgos sino el precio más barato (con esto de la gasolina y el costo de vida, mejor ahorrarse alguito).

Aún así, el Perú del Amazonas y las jancas cordilleras, de la flora y fauna, propios del Edén de las fábulas. El Perú en desarrollo que un día crecerá y aplastará a sus verdugos con fajines presidenciales y carteras ministeriales. El Perú de las mil formas que se extiende hasta el infinito mientras se tenga esperanzas.

Ahora que ya sé que es el Perú, me inflamo el pecho, tomo mi copa y a voz en cuello, medito sobre este pedazo de tierra al que llaman Perú. Este pedazo de tierra que nunca debió de desprenderse del resto, para sí formar un solo país para todos los habitantes del mundo, sin banderas ni fronteras.