miércoles, 29 de octubre de 2008

Cantos al hermano que aún espera por mi


¡Húye conmigo, vamos al horizonte!

No hace mucho que recibí tu carta, donde percibí tus hazañas, donde me reconocí y donde te encontré, tan sobrio y tenaz como siempre.

No hace mucho que rompí mis recuerdos y mis espejos, los tiré al foso del olvido. Quizás sea que alguna noche taciturna me pierda y no pueda volver, pero debes entenderme.

Mi hermano, mi querido hermano. Si pudiera contar las mil cosas que vivimos y que no vivimos, las miles cosas que construimos burlándonos de la hipocresía y del destino. Tú un año menos que yo, con la prisa de alcanzarme y seguramente sobrepasarme. Nunca te he confesado, pero te admiro tanto y te extraño como no lo imaginas. Tu vista clavada en la maleza me cobijaba cuando yo iniciaba mi andar por aquellos lares.

¿Sabes algo?, te escribo esta carta con tonadas surrealistas, solo para que tú puedas sentirla, solo para que tú la encuentres y la conserves. Confío en tu valentía y tu lealtad. Si que confío.

A menudo te recuerdo y creo verte otra vez a mi lado, corriendo despavoridos, desnudos cual hojas silvestres en el otoño invernal. A menudo recuerdo el color de tus manos tersas por los golpes que has dado a más de uno.

Podría recordar las tantas flores que respiramos y tocamos. Podría recordar los dulces besos a que los dos nos dieron las mismas niñas lindas de cuerpos hipnóticos que recogíamos del vergel. Los tantos sorbos alucinógenos que libábamos al compás de algún estribillo mal entonado.

Cuando encuentres este papel, ven rápido hasta donde estoy. Te aseguro que lo pasaríamos tan bien como siempre, tan bien corriendo a prisa por los charcos y los caminos sin asfalto. Cuando encuentres esta carta, rómpela en mil pedazos para que puedan fundirse con el viento al que siempre pertenecimos.

No hace mucho que he retomado el hábito de aullar bajo la luna y gritar enfurecido a los mil dioses que nos azotaban cuando niños. ¿Recuerdas esos dioses de madera y de yeso? ¿Recuerdas esos dioses tan débiles y tan nefastos a la vez?

Recuerdo tus mano sobre los pechos de la vecina del frente y las mías dentro de las faldas de la misma, de la misma forma que tú y yo llegamos a este mundo, así hemos de irnos, en silencio y con la mirada puesta en el futuro.

Noches de tertulias sin luz sobre un fogón. Noches de cuentos y de cigarros, noches de alcohol sacrosanto que humedecía nuestras gargantas frenéticas por los perfumes de tantas mujeres que descubrimos.

¡Ah hermano, mi hermano, un año menor que yo y tan grande, más que yo! Espera que pronto nos veamos y retomaremos el camino que dejamos. Por las sendas de la fantasía y la cuerda locura de vivir muchas utopías.

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